ALIADOS DE TUS DEFENSAS
La interacción con los microorganismos pone a prueba la capacidad de nuestro sistema inmunitario para preservar la salud. Además de cuidar el estilo de vida, ciertas sustancias pueden ayudar.
Con el frío y la escasez de luz en otoño e invierno invierno suelen proliferar los resfriados y las gripes, el organismo
esta perfectamente equipado para protegerse de los microbios que los
causan gracias aun sistema de defensas capaz de identificar y
neutralizar cualquier agente extraño que intente franquear sus
barreras. Entre esas barreras se hallan la piel y las mucosas de las
vías respiratorias y el aparato digestivo. El ejercicio, una dieta
equilibrada y el descanso contribuyen a que las defensas cuenten con
la suficiente capacidad y recuperación. Pero existen muchas otras
cosas que se pueden hacer para reforzarlas, desde tomar complementos
que estimulen el sistema inmunitario para prevenir o frenar una
infección a reducir el estrés o recurrir a la acupuntura o la
reflejo terapia.
Vitamina C
Esta vitamina antioxidante ejerce un papel importante en la respuesta inmunitaria,
ya que aumenta la concentración de células “asesinas” naturales
y activa la producción de interferón, una proteína que el
organismo utiliza para neutralizar los virus, así como de inmunoglobulinas y la enzima
glutatión peroxidasa. Protege así mismo del daño provocado por los
radicales liberados mientras se combate la infección.
Esta vitamina se
destruye por acción del calor, el aire y la luz. Resulta
imprescindible para múltiples funciones metabólicas, pero a
diferencia de muchos mamíferos, que la crean a partir de la glucosa,
nosotros debemos ingerirla con la dieta.
Echinacea
La raíz de la equinácea (echinacea
angustifolia) no solo aumenta la producción de leucocitos y otros
mecanismos del organismo para luchar contra las infecciones, sino que
también ejerce un efecto bactericida, funguicida y antivírico. Su
acción no es comparable con la de los antibióticos farmacológicos,
ya que las propiedades de la echinácea se aprecian a medio y largo
plazo, sobre todo con el objetivo de potenciar las propias defensas y
evitar recaídas. Es aconsejable intercalar cortos periodos de
descanso o de alternar el uso de esta planta con otros estimulantes
del sistema inmunitario si el tratamiento se prolonga más de dos
meses. Está contraindicada durante el embarazo y la lactancia, así
como en personas que padezcan hepatopatías o enfermedades
autoinmunes.
Setas chinas
Desde hace unos años, algunas setas
están siendo objeto de estudio por su capacidad para estimular el
sistema inmunitario y proteger frente al cáncer. Algunas de ellas
son deliciosas, como el maitake y el shitake, no el
reishi, cuyo sabor amargo obliga a tomarlo como complemento.
El maitake, el shitake
y el reishi, aumentan el número y la actividad de las células
inmunitarias. Además contienen un polisacárido, el betaglucano, que
estimula las defensas.
Zinc
Este aliado del sistema inmunitario
aumenta la producción de linfocitos T y mejora su respuesta frente a
las infecciones. Este efecto es especialmente notable en los
ancianos, que suelen presentar más carencias de zinc y un sistema
inmunitario debilitado. Se ha comprobado que ayuda en el tratamiento
de infecciones respiratorias como el resfriado y la gripe, así como
en la tos y la rinitis.
Ácidos grasos esenciales
Se conoce cada vez
mejor el efecto preventivo de los ácidos grasos omega-3, en
problemas cardiovasculares e incluso en falta de concentración y
falta de ánimo. Estas grasas son abundantes en el pescado azul y
también se encuentran en algunos vegetales (lino, chía, nuez). Como
la dieta occidental suele ser rica en ácidos grasos omega-6, en
detrimento de los omega-3, conviene evitar su posible desequilibrio
(un exceso de omega-6 favorece los procesos inflamatorios, mientras
que un mayor aporte de omega-3 los previene)
En lo tocante a la
inmunidad, ambos ácidos grasos también ejercen efectos
contrapuestos. Los linfocitos B y T, son antagonistas el uno del
otro. Los eicosanoides de ácido araquidónico (omega-6) estimulan a
los linfocitos B e inhiben los linfocitos T, mientras que los
eicosanoides de los ácidos EPA y DHA (omega-3) estimulan a los
linfocitos Te inhiben a los linfocitos B.
Selenio
De propiedades antioxidantes, el
selenio aumenta la producción de glóbulos blancos y actúa contra
algunos virus frenando su reproducción. También se ha comprobado
que la complementación de la dieta con selenio mejora la respuesta a
las vacunas, incluso en personas a quienes no parece faltarles.
Ginseng
La raíz de esta planta de Extremo
Oriente es un poderoso tónico para el sistema nervioso de las
defensas. Su nombre latino (Panax) proviene del griego pan (todo) y
axos (curación), en alusión a sus excelentes propiedades curativas.
Con fines medicinales se usan sobre
todo tres tipos de ginseng: el asiático (Panax ginseng), el
norteamericano (Panax quinquefolius) y la variedad siberiana
(eleutherococcus senticosus), conocida como Eleuterococo. Los tres
fortalecen el sistema inmunitario y previenen las infecciones
respiratorias, al parecer aumentando la producción de interferón y
estimulando la actividad de los fagocitos y las células asesinas
naturales. Esto último lo corroboró un estudio del 2007 llevado a
cabo en Canadá con ginseng norteamericano, según el cual, tomar 200
mg dos veces al día en invierno, reduce la incidencia de los
resfriados, alivia los síntomas y mejora la respuesta a las vacunas
contra la gripe.
Propóleo
El propóleo es una sustancia
resinosa vegetal que las abejas recogen y transforman con sus
secreciones salivares a fin de convertirla en un producto idóneo
para desinfectar la colmena, sellar grietas y “embalsamar” a los
insectos intrusos que no pueden expulsar por su gran tamaño. El
propóleo contiene resinas, bálsamos, aceites esenciales, minerales,
oligoelementos, vitaminas, aminoácidos y más de cincuenta grupos de
flavonoides, lo que hace de esta sustancia un potente desinfectante,
analgésico, antiinflamatorio y revitalizantes. Posee también
propiedades antioxidantes, antifúngicas citoestáticas,
cicatrizantes e inmunoestimulantes. Su empleo resulta útil en el
tratamiento de múltiples patologías, desde afecciones
broncopulmonares hasta otitis, faringitis, infecciones bucales,
inflamaciones de la mucosa gástrica, cistitis, quemaduras, verrugas
y alivio sintomático de las psoriasis.
Aceite de hígado de bacalao
Su desagradable sabor hizo que un
remedio tan clásico como el aceite de hígado de bacalao, quedara
durante unas décadas solo para el recuerdo. Sin embargo, los nuevos
descubrimientos y la posibilidad de tomarlo en cápsulas han renovado
el interés por sus beneficios. Uno de los más importantes es la
reducción del colesterol, pero también es un excelente aliado para
reforzar las defensas.
El aceite de hígado de bacalao es
excepcionalmente rico en vitaminas A y D. La vitamina A, que en forma
de provitamina se encuentra también en alimentos como la zanahoria y
ciertas frutas y verduras, ayuda a prevenir infecciones, en especial
del aparato respiratorio y protege las mucosas. Además, aumenta la
respuesta de los anticuerpos y la actividad de los fagocitos y los
linfocitos.
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