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miércoles, 23 de junio de 2021

OMEGA 3 CONTRA LA DEPRESIÓN

Los ácidos grasos omega-3 podrían ayudar a mejorar los síntomas de la depresión gracias a sus efectos antiinflamatorios. Este hallazgo podría ayudar a desarrollar nuevos tratamientos potenciales contra este trastorno mental.

Una serie de ácidos grasos poliinsaturados omega-3 podrían ayudar a reducir los síntomas de la depresión, según un estudio realizado por investigadores del Centro de Investigación Biomédica Maudsley del Instituto Nacional de Investigación en Salud (NIHR) que ha analizado sus efectos en altas dosis. Así, cuando se administran ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) omega-3 a pacientes con depresión, se metabolizan en moléculas llamadas mediadores de lípidos y los niveles de estos en la sangre están relacionados con una mejoría de los síntomas.


Concretamente, la investigación, dirigida por el King’s College de Londres se ha centrado en los cambios que se producían en las neuronas cultivadas en laboratorio y en pacientes al consumir altas cantidades de ácido eicosapentaenoico (EPA) y el ácido docosahexaenoico (DHA), ambos presentes en el pescado azul. Los resultados se han publicado en la revista Molecular Psychiatry.


                                Los participantes que tomaron suplementos 

                               de EPA y de DHA redujeron un 64% y un 71% 

                              los síntomas de la depresión, respectivamente.


La investigación se ha llevado a cabo gracias a 22 pacientes con depresión que recibieron como suplementación 3 g de EPA o 1,4 g de DHA al día durante un periodo de doce semanas. Los resultados se obtuvieron gracias al análisis de los metabolitos lipídicos de ambos ácidos en sangre e indicaron que después del tratamiento se redujeron los síntomas depresivos en un promedio de 64% en el caso de EPA y hasta un 71% en el de DHA.



“Desde hace algún tiempo sabemos que los ácidos grasos poliinsaturados omega-3 pueden inducir efectos antidepresivos y antiinflamatorios pero, sin una mayor comprensión de cómo sucede esto en el cerebro humano, ha sido difícil desarrollar tratamientos. Nuestro estudio aborda los mecanismos moleculares involucrados en esta relación que pueden informar el desarrollo de nuevos tratamientos potenciales para la depresión utilizando ácidos grasos poliinsaturados omega-3“, indica la Dra. Alessandra Borsini, una de las autoras del estudio.

Y es que se ha demostrado que el aumento de los biomarcadores inflamatorios está relacionado con la depresión mayor, aunque a día de hoy no existen estrategias de terapias antiinflamatorias para solventarlo. Ahora con este estudio se abre una puerta al desarrollo de nuevos tratamientos contra este tipo de trastorno mental.

Artículo de Natalia Castejón publicado en webconsultas

lunes, 18 de febrero de 2019

MICROBIOTA Y DEPRESIÓN

Identifican bacterias intestinales que se asocian con la salud mental y emocional, y descubren que en la microbiota de las personas con depresión la presencia de dos bacterias es significativamente más reducida.









Muchos expertos hablan del intestino como de un 'segundo cerebro', y ahora un nuevo estudio publicado en Nature Microbiology parece que ratifica esta afirmación. Se trata de la primera investigación a nivel poblacional que analiza la relación entre el microbioma intestinal –el genoma de la microbiota– y la salud mental, y ha sido realizada por científicos del VIB y la Universidad de Lovaina, en Bélgica.
Los investigadores identificaron grupos específicos de microorganismos presentes en la microbiota intestinal –el conjunto de bacterias y otros microorganismos que conviven en esta zona– que afectaban positiva o negativamente a la salud mental, y descubrieron que dos géneros bacterianos, Coprococcus Dialister, prácticamente habían desaparecido en las personas con depresión, independientemente de los fármacos antidepresivos que estuviesen tomando.
Para el estudio, los investigadores combinaron los datos del microbioma de muestras de heces, con los diagnósticos de depresión de 1.054 personas que participan en el Proyecto Flamenco de la Flora Intestinal.

Trastornos digestivos y mentales, relacionados

Según los investigadores, la teoría de que los metabolitos producidos por los microbios que se encuentran en el intestino pueden interactuar con el cerebro y, por lo tanto, influir en el bienestar emocional y el comportamiento, se ha estudiado en modelos animales, pero en humanos la investigación está más retrasada. No obstante, es frecuente que las personas con alteraciones gastrointestinales, como la enfermedad inflamatoria intestinal (EII), padezcan también problemas de ansiedad o depresión, y que las patologías mentales y digestivas vayan de la mano.
Los investigadores de la universidad belga crearon una técnica computacional para identificar las bacterias intestinales que podrían establecer conexiones con el sistema nervioso humano, y así hallaron que algunas especies bacterianas pueden producir o descomponer moléculas que interactúan con el sistema nervioso. Para ello, analizaron el genoma de unas 500 bacterias presentes en las muestras fecales y descubrieron que algunas son capaces de sintetizar moléculas relacionadas con la depresión. Por ejemplo, encontraron que la capacidad de algunos microorganismos para producir DOPAC, uno de los metabolitos de la dopamina, se relacionaba con un estado mental más sano.
No obstante, hay que tener presente que estos hallazgos se han realizado utilizando analítica bioinformática, y que ahora deberán confirmarse con otras investigaciones, pero contribuirán al desarrollo de nuevos estudios que analicen la influencia de la microbiota intestinal en el cerebro.

Artículo de Caridad Ruiz publicado en webconsultas

lunes, 15 de octubre de 2018

DEPRESIÓN. INFLUENCIA DE LAS VITAMINAS Y MINERALES.

Diversos estudios epidemiológicos han encontrado menores niveles sanguíneos o de ingesta de algunos micronutrientes, como vitaminas o minerales, en pacientes con depresión en comparación con sujetos sanos. En concreto, en los niveles de vitaminas del grupo B, la D o en los niveles de magnesio, calcio o zinc. Así lo explica Almudena Sánchez-Villegas, catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria, que va a impartir su conferencia La alimentación saludable reduce el riesgo de depresión para inaugurar el XXI Congreso Nacional de Psiquiatría, esta semana en Granada.



A esta lista, Gabriel Selva, especialista en Psiquiatría del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental(Cibersam), añade otro nutriente más: “El déficit de ácidos grasos omega 3 en la dieta puede contribuir a la aparición de síntomas depresivos”.

“Evidencias sólidas”

En lo referente a otros nutrientes, dice este psiquiatra, “hay evidencias sólidas que demuestran que la adherencia a la dieta mediterránea, con ingesta elevada de frutas, verduras, frutos secos y pobre en carnes procesadas, tiene un efecto protector sobre la depresión. El consumo de café parece tener un efecto beneficioso en su prevención”.
¿Cómo afecta la falta de vitamina D al estado de ánimo? En concreto, “algunos estudios han demostrado que niveles bajos pueden asociarse a la aparición de un mayor número de síntomas depresivos y de ansiedad, aunque no a trastornos depresivos graves. Además, tener niveles adecuados de esta vitamina ayudaría a mantener las funciones intelectuales en personas mayores”, señala Selva.
Es difícil determinar si el déficit de micronutrien-tes desemboca en depresión o si es ésta la responsable de malos hábitos alimentarios
A pesar de que hay evidencia que apunta a que el suplemento con vitamina D puede acompañarse a una mayor grado de bienestar, “no hay datos suficientes para avalar la eficacia de la vitamina D en el tratamiento de la depresión cuando la enfermedad ya está establecida”, advierte el investigador del Cibersam.



“Aunque parezcan existir ciertas deficiencias nutricionales en pacientes con depresión, la mayoría de los estudios que se han llevado a cabo no han valorado el efecto de la deficiencia en estos nutrientes sobre el riesgo de depresión. Es difícil, por tanto, determinar si el déficit de micronutrientes desemboca en depresión o si es el propio estado depresivo el responsable de la existencia de malos hábitos alimentarios y de una ingesta inadecuada de micronutrientes”, expone Sánchez-Villegas.
En su grupo de investigación valoraron si la presencia de inadecuación nutricional en al menos cuatro micronutrientes (es decir, si en al menos cuatro vitaminas o minerales no se seguían las recomendaciones nutricionales) se asociaba con desarrollar depresión a largo plazo. “Los resultados, publicados en el último número del European Journal of Nutrition, indicaron que los sujetos del estudio que no cumplían las recomendaciones nutricionales en al menos cuatro minerales o vitaminas presentaban un 37 por ciento más riesgo de sufrir depresión que aquéllos que se encontraban con valores normales de ingesta y dentro de las recomendaciones dietéticas establecidas”, cuenta la catedrática.



¿Qué hay de los omega 3?

“La ingesta de ácidos grasos omega 3 presentes en frutos secos y pescados se ha asociado con un menor riesgo de depresión, pero los resultados no son concluyentes. Aunque el funcionamiento y la estructura del sistema nervioso central dependen de estos ácidos grasos, y de la actividad de vitaminas, minerales y elementos traza, en el estudio de la etiología de la depresión se hace necesario un abordaje más amplio, donde se investiguen patrones globales de alimentación y no nutrientes concretos”, afirma Sánchez-Villegas. Algunos nutrientes pueden interactuar entre sí, por lo que resulta complejo establecer el papel real que la ingesta de un nutriente concreto presenta sobre la depresión.
La catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública indica que sí parece más claro, y existe consistencia entre diversos estudios epidemiológicos de diseño riguroso, “el efecto protector que patrones globales de alimentación saludables (y que por supuesto aseguran los requerimientos nutricionales en vitaminas, minerales y ácidos grasos omega 3) tienen sobre la depresión”.
No hay datos suficientes para avalar la eficacia de la vitamina D en el tratamiento de la depresión
La recomendación que debería hacerse para mejorar la ingesta de los nutrientes mencionados, en general, y reducir el riesgo de depresión, en particular, “es la de seguir un patrón de dieta saludable rico en frutas, verduras, frutos secos y legumbres. También hay que disminuir la ingesta de alimentos ultraprocesados, como bollería industrial, comidas precocinadas o carne procesada y sustituir los hidratos de carbono (pan, pasta y arroz) refinados por productos integrales, y las carnes rojas por carnes magras y pescados”, aconseja Sánchez-Villegas.
La experta concluye transmitiendo que existe una mayor evidencia científica y tienen mayor valor desde el punto de vista de la Salud Pública los patrones de alimentación que las vitaminas o minerales en concreto.
En el caso de la vitamina D, Selva recomienda aumentar las horas de exposición al sol y las actividades al aire libre. Estos consejos son más relevantes en mayores, por sus dificultades para sintetizarla.

Artículo de Ana Callejo Mora publicado en Correo Farmacéutico

domingo, 5 de febrero de 2017

LA DEPRESIÓN PERJUDICA TANTO AL CORAZÓN COMO LA OBESIDAD Y EL COLESTEROL

El estado mental no es lo único que se ve afectado en estos pacientes.
Investigadores del Helmholtz Zentrum München y la Technische Universität München (Alemania) han descubierto que la depresión representa un riesgo cardiovascular para los hombres tan grande como tener obesidad o el colesterol alto, según datos de una investigación publicada en la revista "Atherosclerosis".



La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que unos 350 millones de personas están afectadas a nivel global por la depresión, pero a raíz de este nuevo trabajo parece que el estado mental no es lo único que se ve afectado en estos pacientes.
En concreto, los investigadores analizaron datos de 3.428 hombres de 45 a 74 años de los que observaron su desarrollo durante 10 años de seguimiento. En todos ellos compararon el impacto de la depresión con los cuatro principales factores de riesgo cardiovascular.
De este modo, vieron que el riesgo de tener una enfermedad cardiovascular mortal vinculado a la depresión es casi tan grande como el debido a los niveles elevados de colesterol o la obesidad, ha explicado Karl-Heinz Ladwig, autor del estudio, en el que sólo la hipertensión y el tabaquismo se asociaron con un mayor riesgo.
En términos generales, determinaron que la depresión representa aproximadamente el 15% de las muertes cardiovasculares, una tasa "comparable a la causada por otros factores de riesgo como la hipercolesterolemia, la obesidad y el tabaquismo". De hecho, estos dos últimos factores son responsables de entre un 8,4 al 21,4% de las muertes cardiovasculares.
"Hemos invertido una gran cantidad de tiempo en este trabajo, sólo por el largo período de seguimiento empleado", ha reconocido Ladwig, que raíz de estos datos propone mejorar el diagnóstico en los pacientes de alto riesgo.