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miércoles, 15 de enero de 2014

FIBROMIALGIA: DOLOR GENERALIZADO.


FIBROMIALGIA: DOLOR GENERALIZADO


La fibromialgia es un síndrome de dolor crónico y una enfermedad cada vez más frecuente, cuyos síntomas y posibles causas son muy variados. La Dra. Petra Wiechel nos presenta la enfermedad desde un enfoque holístico.






 La fibromialgia – dolor muscular, dolor en los tendones y en las articulaciones – cambia de ubicación y no suele ser tangible. El dolor mejora con el movimiento inicial, pero luego empeora de nuevo. Se trata de una enfermedad que se desarrolla lentamente y, en su curso, los pacientes se ven afectados de dolor de espalda, depresión, cansancio y agotamiento. Con la fibromialgia, como síndrome de dolor crónico, debemos hacer frente a una enfermedad de larga duración. Sin embargo, nos solemos centrar en el tratamiento sintomático (y si se limita a este ámbito, los pacientes se sienten frecuentemente incomprendidos). A menudo, el diagnóstico se encuentra ligado al término “psicosomático” y el tratamiento se limita a la medicación analgésica y de antidepresivos.

 Una enfermedad con historia

 Para hallar el origen de esta enfermedad crónica es imprescindible conocer la historia clínica (anamnesis) del paciente. Aunque en una primera visita médica es poco lo que se puede concluir, un médico con experiencia puede obtener información muy valiosa a partir de las vivencias individuales de los pacientes. En este caso es de suma importancia la visión del profesional: si considera que es una acción puramente mecánica, dará significado solamente a lo que ve. Si entiende del pensamiento sutil y tienes una imagen holística del hombre, para él será importante saber todo lo que es bioquímicamente necesario para mantener un metabolismo celular intacto. También se pueden obtener información a nivel mental-emocional, porque el cuerpo es una expresión temporal del bienestar espiritual.

 Células en equilibrio

 Tener un metabolismo celular intacto depende de muchos factores diferentes; entre otras cosas, del estado en el que se encuentra el tejido conectivo, de cómo funciona la digestión o si, por ejemplo, existen empastes de amalgama y si éstos se ha eliminado con éxito o no. También es importante conocer factores del entorno de la persona: si reside en el campo o en una gran ciudad, etc. Nuestro organismo se compone aproximadamente de 60 a 70 billones de células, dependiendo de lo que comemos diariamente, de cuanto bebemos, de cómo está nuestro estado mental, si nos movemos lo suficiente, de cómo funciona nuestra vida a diario y así sucesivamente. Imaginemos un pez en el agua. Si el área circundante está intacta, éste disfruta de un excelente estado de salud. Pero si el pez no se puede nutrir lo suficiente, entonces enferma. La medicina habla de homeostasis, de equilibrio. Prerequisito para una vida intacta, este equilibrio permite regenerar al cuerpo una y otra vez. Así, la homeostasis puede ser una palabra clave en el desarrollo de una afección dolorosa.

 Reconocer los factores de las perturbaciones

 Si un médico o un terapeuta tiene una visión energética del mundo, par él será importante saber si la energía fluye sin perturbaciones. Las interferencias (como los dientes no vitales, las muelas del juicio o cicatrices) pueden afectar al balance energético. Actualmente, podemos medir este flujo de energía, identificar los desequilibrios y bloqueos, y obtener información valiosa. Sin energía no hay vida, y la autorregulación es el principio fundamental de la naturaleza y de toda la vida.

 Las razones de la fibromialgia

 Desde la perspectiva médica holística se reconocen algunas causas que pueden conducir al desarrollo de la fibromialgia:

 - Alergia tipo 3 a los alimentos. Cuando se forman complejos inmunes (antígenos-anticuerpos) debido a la presencia de un alergeno, los médicos se refieren a una alergia tipo 3. Si estos complejos inmunes ocurren por la confrontación del sistema inmunológico, como por ejemplo con un producto alimenticio o un invasor bacteriano o viral, puede llegar a darse una reacción inflamatoria. El resultado es, a menudo, una inflación crónica y el daño a la mucosa intestinal. Esto es lo que denominamos “síndrome del intestino permeable”, como un síndrome de fuga (pérdida) del intestino: si la mucosa intestinal es más permeable, las bacterias o toxinas alimentarias pueden penetrar en el organismo a través del intestino y causar daño. El alergeno alimentario número 1 es el gluten, la proteína adhesiva del grano de los cereales.
Trigo y gluten

 - Contaminación por metales pesados. Provocada principalmente por el mercurio, el plomo o el cadmio, ejerce efectos muy tóxicos sobre el organismo y, por tanto, influye negativamente en la capacidad del sistema inmune.

 - Acidificación del cuerpo como resultado de una mala nutrición: demasiada comida rápida, un consumo excesivo de hidratos de carbono – especialmente de azúcar-, el estrés, la falta de contra-regulación o daño de la flora intestinal por aporte insuficiente de bacterias productoras de ácido láctico dextrógiro.

 - Daños por cepas virales y bacterianas. Por ejemplo, por el virus de Epostein-Bar (un virus de herpes que causa fiebre glandular, entre otras patologías), el virus Coxsackie y la Yersinia (bacteria que puede causar inflamación intestinal, entre otros problemas).

 - Desequilibrios en el metabolismo del ácido graso. Por ejemplo, el suministro insuficiente de ácidos grasos omega-3 (cuando hay una reducción del consumo de aceite de lino y cáñamo, así como de pescado, sobre todo de salmón, caballa y arenque) y, por lo tanto, falta de control del organismo en los procesos inflamatorios.

 - Deficiencia de vitamina D y riesgo de una función inmune no intacta, incluyendo una maduración inadecuada del crecimiento celular de células benignas.

 - Falta de sustancias vitales. Especialmente de las vitaminas B3, B6, B12, zinc, selenio o Q10 (llamada también ubiquinona, una coenzima que está implicada en la producción de energía del cuerpo).

 - Resistencia a la insulina, lo que conduce no sólo a la diabetes tipo 2, sino a una enfermedad mitocondrial, es decir, una disminución del rendimiento energético celular.

 - Limitada capacidad reguladora debido al estrés crónico, la ansiedad, la falta de autoestima, etc.

 - Fatiga suprarrenal, debida a la tensión continua, con el resultado de intolerancia al estrés, la fatiga y el dolor crónico.

 - Falta de capacidad de desintoxicación. Con la creciente exposición a las toxinas ambientales y a otras toxinas, nuestro centro metabólico central, el hígado, debe realizar un trabajo enorme. Él es el responsable de procesar cada día 2.3 litros de sangre en aproximadamente 500 funciones.

 - Falta de ejercicio. Nuestros principales proveedores de energía son nuestros 640 músculos. Hay que evitar los problemas físicos, reducir el gasto de energía inadecuado, realizar tres veces a la semana 45 minutos de ejercicio aeróbico y ejercicios de estiramiento dos veces a la semana.

 La individualidad de la enfermedad

 Cada persona padece la enfermedad de manera muy diferente, de acuerdo con su constitución individual y al estrés de su vida diaria. Todo el mundo tiene “su enfermedad”. Des mismo modo, varias causas pueden conducir al mismo cuadro clínico de “fibromialgia”. Como resultado, al igual que con otras enfermedades, se debe definir un concepto terapéutico individual.

 ¿Es el estrés la causa principal?

 Los estudios clínicos sugieren que el 50% al 75% de todas las visitas al médico están relacionadas con el estrés. Esto representa, en términos de mortalidad, un factor de riesgo aún mayor que el de fumar. Además, los fármacos que se utilizan en los países occidentales están en la mayoría de casos directamente relacionados con el estrés: antidepresivos, tranquilizantes y productos para dormir, medicamentos para acidez estomacal y las úlceras de estómago, remedios para la presión arterial y el colesterol elevado.

 La medicina de las emociones

 ¿Pero qué ocurre realmente con nosotros cuando perdemos el equilibrio de nuestras vidas y el estrés es el dominante? “Sin sentimientos, la vida no tiene sentido”, escribe David Servan-Schreiber, médico francés, psiquiatra y escritor (1961-2011), en su libro La Nueva Medicina de las Emociones.

 “¿Qué le da el color a nuestras existencia sino el amor, la belleza, la justicia, la verdad, la dignidad, el honor y la satisfacción? Estos sentimientos son nuestra brújula y determinación todos nuestros movimientos, nos indican la dirección hacia donde vamos”.

 Si nos alejamos de estos sentimientos, o se nos priva de ellos, perdemos los puntos de orientación más importantes en nuestras vidas.

 Nuestros sentimientos, nuestro cuerpo

 El sistema límbico, nuestro “cerebro emocional”, controla los sentimientos y la fisiología del cuerpo, la interacción de todos los procesos vitales. El sistema límbico está vinculado a nuestro sistema nervioso vegetativo (autónomo), constituido por dos principales oponentes, el simpático y el parasimpático.

 El sistema nervioso autónomo controla autónomamente, y sin darse cuenta, la necesidad de adaptación a las demandas diarias. El sistema nervioso simpático es la parte que nos ofrece la potencia y el rendimiento. Él hace que sea posible confiar en el poder del cuerpo para movilizar las reservas de energía en caso de riesgo, identificar los peligros graves y actuar en cuestión de segundo. Si estamos “en alerta”, como compensación deben disminuir otros mecanismos: la libido, la digestión, la actividad renal, el grado de preparación del sistema inmunológico.

 El sistema nervioso parasimpático, en contraste, proporciona la regeneración y la relación.

 El estrés provoca desequilibrio

 Hablamos de estrés positivo en situaciones experimentadas por una persona de manera positiva, por ejemplo situaciones nuevas y prometedoras (euestress); o del estrés negativo, en situaciones ambiguas, impredecibles e incontrolables (distress). Una relación de pareja que genera insatisfacción, la intimidación y las presiones en el trabajo, la presión causada por el tiempo y el rendimiento, las preocupaciones financieras –por nombrar algunos de los factores- implican estrés y una lucha constante. El sistema simpático está en alerta constante. Cuando comienza el desequilibrio entre el sistema simpático y parasimpático, el resultado es que ya no se lleva a cabo la regeneración, y nuestro organismo se adapta a este alto nivel de estrés. Eso tiene consecuencia: presión arterial elevada, fatiga, depresión y dolor crónico.

 El sistema nervioso y la fibromialgia 

 En un examen del sistema nervioso autónomo, tales desequilibrios son claros. El cuerpo no puede descansar y relajarse y, por lo tanto, no se regenera lo suficiente. La tensión permanente del músculo esquelético conduce a una perturbación de la microcirculación y a un suministro inadecuado de oxígeno. El cuerpo no tiene la capacidad suficiente para su propia regulación. La señal de dolor se activa; el sistema se acidifica. La fibromialgia también puede ser una expresión de un hypocortisonismus (falta de cortisol), una fatiga suprarrenal. Si las suprarrenales se adaptan a un estrés crónico y la producción de la hormona se activa permanentemente, esto puede conducir a una falta de hormonas de regulación del estrés, principalmente de cortisol y adrenalina. Con el estrés bueno (euestress) se produce principalmente adrenalina y noradrenalina; con el estrés malo (distress) se produce principalmente cortisol. La función normal de llamado eje de cortisol es esencial para la adaptación del organismo humano al estrés. Las personas con bajo autoestima y tendencia a la depresión muestran una activación continua del eje de cortisol, dando como resultado el agotamiento creciente de la producción de hormonas. Incluso una pequeña inflamación será una afección seria, porque el cuerpo no tiene los mecanismos de compensación necesarios. Mi conclusión: el tratamiento de una enfermedad como la fibromialgia requiere de un pensamiento y un tratamiento holístico.

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