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lunes, 21 de julio de 2014

LA IMPORTANCIA DE LA PROTECCIÓN SOLAR

El sol nos proporciona una sensación de bienestar y controla nuestros biorritmos, así como el
ciclo vigilia-sueño.

La importancia de la protección solar
Dr. Francisco José Esteban González, Médico de Familia, coordinador del Grupo de Trabajo
de Dermatología de SEMERGEN (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria), nos
cuenta como protegernos del sol.

¿Qué efectos tiene el sol en nuestro organismo?
El sol nos proporciona una sensación de bienestar y controla nuestros biorritmos, así como el
ciclo vigilia-sueño. También es fundamental en la síntesis de vitamina D. Las evidencias hasta
la fecha no han demostrado que el uso de sustancias fotoprotectoras afecten a los niveles de
vitamina D en la población general.
Sin embargo, la radiación solar también tiene unos efectos perjudiciales, tanto a corto plazo
(enrojecimiento cutáneo, quemaduras, inmunosupresión) como a largo plazo (manchas,
envejecimiento de la piel, cáncer de piel).
La piel tiene memoria, va acumulando daño solar. Las manifestaciones pueden surgir mucho
tiempo después de haber dejado de exponerse a las radiaciones solares.
Para minimizar dichos daños se han desarrollado una serie de medidas conocidas como
fotoprotección.

¿Qué tipos de radiaciones recibimos del sol y cómo reacciona nuestra piel ante las
mismas?
La radiación que nos llega ala Tierradesde el Sol está formada por la radiación infrarroja, la luz
visible y la luz ultravioleta (A, B, C). Los rayos UVA producen el “bronceado directo o inmediato”
y el enrojecimiento de la piel, que será más o menos intenso según el tiempo de exposición.
Los rayos UVB causan el “bronceado verdadero o retardado” y son los principales causantes
de las quemaduras solares a corto y largo plazo.
Los niveles de radiación ultravioleta que recibimos varían en función de la latitud, la altitud, la
época del año, la hora del día, la nubosidad, la contaminación ambiental y el espesor de la
capa de ozono.
El bronceado es uno de los mecanismos naturales de protección que tiene nuestra piel frente a
la agresión que suponen las radiaciones solares. No obstante, si la exposición es demasiado
prolongada o intensa este mecanismo se ve superado y aparecen las quemaduras en la piel.
Entendemos como fotoprotección cualquier medida encaminada a evitar la exposición solar.
Entre estas medidas están las ropas, las gorras, las gafas y los fotoprotectores cutáneos.

¿Qué son los fotoprotectores cutáneos?
Son sustancias que absorben, reflejan o dispersan la radiación solar de nuestra piel,
previniendo el enrojecimiento y las quemaduras solares. Un fotoprotector adecuado debe ser
capaz de actuar frente a la radiación UVB y UVA. Se dividen en dos grandes grupos: los filtros
físicos y los filtros químicos.
El Factor de Protección Solar (FPS) es un índice que nos informa del grado de protección que
aporta una pantalla solar, mide sobre todo la protección frente a UVB, y este factor da una idea
del tiempo que se puede permanecer expuesto al sol sin riesgo de tener quemaduras.
Los fotoprotectores también tienen que protegernos de los rayos UVA. Los protectores que
cumplen este requisito llevan un logotipo normalizado en el envase.
Consejos para protegernos de la radiación solar
 La ropa es la mejor protección solar: sombreros de ala ancha, camisetas de manga
larga, pantalones largos,…
Evitar la exposición solar entre las 12 de la mañana y las 4 de la tarde.
Evitar las exposiciones prolongadas, sobre todo al principio.
Utilizar un fotoprotector adecuado al tipo de piel que tengamos, el lugar y la hora del día
en que tomemos el sol.
Aplicar el fotoprotector 20 ó 30 minutos antes de la exposición solar sobre la piel limpia y
seca. Retirar los restos de maquillaje, perfumes o desodorantes de la piel para evitar
reacciones de fotosensibilidad.
Extender el producto de forma uniforme y en cantidad suficiente en aquellas zonas que
van a estar expuestas a la radiación solar.
Renovar el fotoprotector cada 2 horas, o menos si existe sudoración importante.
 Prestar especial atención a las partes de la piel más sensibles, como son las orejas, el
cuello, el escote, los empeines y el cuero cabelludo en las personas calvas.
Secarse bien después de cada baño y volver a aplicarse el fotoprotector sobre la piel
seca.
Protegerse del sol si se está bajo la sombra de una sombrilla o un parasol. El agua, la
arena o la nieve reflejan los rayos solares, por lo que es necesario aplicarse
fotoprotección aunque estemos a la sombra. Aunque el tiempo esté nublado en torno al
70 ó el 80 % de la radiación ultravioleta atraviesan las nubes.
Hidratarse abundantemente (agua, zumos) para compensar la deshidratación que se
produce tras la exposición solar.
Recordar que la piel bronceada también necesita fotoprotección.


¿Qué tipo de fotoprotección hay que utilizar en un niño?

La piel de los niños es mucho más delicada que la de los adultos debido a que es más
inmadura y a que las glándulas sudoríparas y sebáceas no actúan todavía de forma protectora.
Esto provoca que su capacidad termorreguladora sea muy limitada y que el manto hidrolipídico
protector que tienen los niños sea muy escaso y poco resistente.
Entre un 50 y un 80 % del daño inducido por la exposición solar que un individuo recibe durante
toda la vida se produce durante la infancia y la adolescencia. Es por ello la importancia de
extremar los cuidados en estas etapas de la vida.
Los bebés menores de 6 meses no deberían estar expuestos a la radiación solar directa. Para
protegerlos del sol la mejor estrategia debe estar basada en las medidas físicas (camiseta,
gorro, gafas). Si se emplea un fotoprotector emplearemos filtros físicos (más seguros al no
absorberse por la piel, aunque menos cosméticos) en formas galénicas altamente hidratantes,
libres de perfumes y conservantes. No se recomiendan los filtros químicos a estas edades por
el riesgo de provocar reacciones de fotosensibilidad.

¿Qué hacer si ya nos hemos quemado?
En el caso de habernos quemado por la exposición solar aplicaremos fomentos fríos y cremas
evanescentes en caso de enrojecimiento leve de la piel. Si el enrojecimiento es más intenso y
aparecen ampollas podemos aplicar cremas o geles de caléndula con carité y árnica si el dolor es moderado. Si aparecen ampollas intensas y/o erosiones o úlceras deberemos acudir a un hospital para recibir tratamiento.





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