Los
mareos se consideran una patología banal e inocua por el médico pero con mucha
repercusión par el día a día del paciente. Eso justifica que cuando se acude a las
consultas de atención primaria el paciente salga con un tratamiento sintomático
y sin hacer un estudio sobre la causa del mismo. Cuando se empieza a cronificar
o no responde al tratamiento prescrito se procede con pruebas complementarias y
con derivaciones al otorrino…, intentando descartar un problema orgánico.
Lo
primero que se debe valorar es la presencia de una cardiopatía o problema de
oído, de vista o de tensión arterial que justifique su presencia. Estas son las
patologías que más podrían complicar el futuro de salud del paciente. Si no se
encuentra nada de estos campos hay que evaluar el estado de las cervicales. La
zona cervical suele estar con mucha frecuencia implicada en los mareos sin
causa orgánica, pero, no van solas las cervicales…
Cuando
hay implicación de cervicales se ha de evaluar la situación postural del
paciente, el estrés emocional, la función hepática y de vesícula biliar, el
tipo de alimentación o el cómo afrontar la vida esa persona.
Hablando
del campo emocional suele haber situaciones vivenciales con problemas que son
de difícil resolución, es una analogía del vértigo ante la vida. Esto genera
ansiedad y tensión nerviosa.
Situaciones
digestivas y una dieta poco saludable, rica en grasa y azúcares, pueden
justificar la aparición de mareos e incluso vértigos. Tienen una repercusión
directa sobre la contracción de la musculatura anterior y posterior del cuello.
En
definitiva, que esos mareos sin causa aparente, que condenan al paciente a
tomar una medicación de síntesis de por vida, pueden tener solución haciendo un
enfoque integrativo médico y de fisoterapia. Solucionar la causa
funcional que está de fondo y actuar con maestría sobre puntos gatillo y
musculatura que en muchas ocasiones insospechadamente está comprimiendo
arterias que coarta el riego al área cefálica.
El
enfoque multidisciplinar suele tener resultados espectaculares, con resultados
desde la primera sesión. Es cierto que cuanto más tiempo lleva instaurado el
problema puede costar algo más en solventarse, así como el estado de ansiedad que tiene el paciente, pero, no habiendo causa orgánica
detrás, es raro el mareo que no responda.
Y
el “arma definitiva” es la terapia neural, que actúa tanto a nivel físico
produciendo un mayor aflujo sanguíneo cerebral como a nivel emocional, siendo un
revulsivo bastante importante para el estado anímico del paciente.
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