La alteración de las bacterias del intestino está relacionada con la susceptibilidad a la COVID-19 persistente, según nuevos hallazgos.[1]
Aunque se han encontrado vínculos entre el microbioma del intestino y la COVID-19, así como con otras enfermedades, esta es la primera investigación publicada que muestra un vínculo específico con los efectos de la COVID-19 a largo plazo, escribieron en Gut los investigadores, con sede en la Universidad China de Hong Kong.
"En nuestra opinión, este es el primer estudio que muestra que la alteración de la composición del microbioma intestinal está muy relacionada con los síntomas persistentes en pacientes con COVID-19 hasta 6 meses después de la eliminación del virus SARS-CoV-2", indicó la Dra. Siew Ng, Ph. D., directora asociada en el Centro para la Investigación del Microbioma Intestinal de la universidad. En tres hospitales los investigadores reclutaron a 106 pacientes con COVID-19 entre febrero y agosto de 2020, y los compararon con personas que no tenían la enfermedad, reclutadas en 2019. La gravedad de la COVID-19 en los pacientes participantes fue en su mayor parte leve o moderada.
A los 3 meses, 86 de los pacientes con COVID-19 presentaban el síndrome de COVID-19 persistente, definido como al menos un síntoma persistente e inexplicable 4 semanas después de la eliminación del virus. Y 81 pacientes presentaban este síndrome a los 6 meses, sobre todo fatiga, falta de memoria, pérdida de cabello, ansiedad y problemas para dormir.
"Perfiles microbianos intestinales particulares"
Los investigadores utilizaron muestras de heces para su análisis y descubrieron que en general, la diversidad de los tipos de bacterias y la abundancia de estas bacterias eran significativamente menores a los 6 meses en pacientes con COVID-19 persistente, en comparación con aquellos sin este síndrome y con los controles (p < 0,05 y p < 0,0001, respectivamente). En aquellos con COVID-19 persistente, 28 especies de bacterias estaban disminuidas y 14 estaban enriquecidas, tanto al inicio como en el seguimiento. Los pacientes que tenían COVID-19 pero no COVID-19 persistente mostraban solo 25 alteraciones de las especies bacterianas en el momento del ingreso hospitalario y todas se normalizaron a los 6 meses.
Tener síntomas respiratorios a los 6 meses se relacionó con niveles más altos de patógenos oportunistas, como Streptococcus anginosus y Streptococcus vestibularis. Los síntomas neuropsiquiátricos y la fatiga se asociaron con patógenos nosocomiales vinculados a infecciones oportunistas, como Clostridium innocuum y Actinomyces naeslundii (p < 0,05).
Las bacterias conocidas por producir butirato, un ácido graso beneficioso, estaban significativamente reducidas en los pacientes con pérdida de cabello. Los investigadores observaron que algunas de estas bacterias, como Bifidobacterium pseudocatenulatum y Faecalibacterium prausnitzii, mostraban las mayores correlaciones inversas con el COVID-19 persistente a los 6 meses (p < 0,05).
"Los perfiles microbianos intestinales particulares pueden indicar una mayor susceptibilidad", destacó la Dra. Ng.
Aunque los resultados se extrajeron de pacientes con variantes anteriores del virus causante de la COVID-19, las conclusiones siguen siendo válidas para las nuevas variantes, incluida ómicron, ya que estas plantean el mismo problema de alteración persistente del sistema inmunitario, agregó la especialista.
Su grupo lleva a cabo ensayos para estudiar cómo la modulación del microbioma podría prevenir la COVID-19 persistente y potenciar los anticuerpos después de la vacunación en personas en alto riesgo, señaló.
"La microbiota intestinal influye en la salud del huésped. Proporciona beneficios cruciales al contribuir al desarrollo del sistema inmunitario, la prevención de infecciones, la adquisición de nutrientes y la funcionalidad del cerebro y el sistema nervioso. Teniendo en cuenta los millones de personas infectadas durante la pandemia en curso, nuestros hallazgos son un fuerte impulso para valorar la modulación de la microbiota, a fin de facilitar la recuperación oportuna y reducir la carga del COVID-19 persistente", puntualizó la especialista.
Muy temprano para un impacto clínico
El Dr. John Haran, Ph. D., profesor asociado de microbiología y sistemas fisiológicos y de medicina de urgencias de la Universidad de Massachusetts, en Worcester, Estados Unidos, señaló que la investigación se suma a la base de evidencia sobre los vínculos del microbioma intestinal con la COVID-19, pero es probable que todavía no tenga ninguna repercusión clínica. Aun así, dijo que los hallazgos que relacionan especies específicas con síntomas concretos eran muy interesantes.
"Muy pronto, durante la hospitalización, los investigadores vieron estas diferencias y las correlacionaron con las personas que tienen síntomas más prolongados y especialmente con los diferentes grupos de pacientes que también tienen síntomas persistentes. Es distinto si una persona tiene síntomas diferentes, por ejemplo, sigue tosiendo durante meses frente a si tiene niebla cerebral y fatiga u otros síntomas debilitantes", añadió el Dr. Haran, que ha realizado investigaciones sobre el tema.
El Dr. Haran señaló que los hallazgos no identificaron tipos de bacterias especialmente vinculadas a la COVID-19, sino especies que ya se han encontrado asociadas a un microbioma "malo". También señaló que los pacientes incluidos en el estudio no estaban vacunados, porque las vacunas no estaban disponibles en ese momento. Aun así, parece que vale la pena seguir estudiando si la modulación de las bacterias intestinales puede ser un tratamiento.
"La modulación del microbioma es bastante inocua y ese es realmente el siguiente gran paso que hay que dar en esto", indicó.
Por ahora los hallazgos no dan al médico muchas nuevas municiones para el tratamiento.
"Todavía no hemos llegado allí. No es que los médicos vayan a decir a sus pacientes con COVID-19: 'Salgan a comprar coles'", añadió.
El Dr. Eugene Chang, profesor de medicina de la Universidad de Chicago, en Chicago, Estados Unidos, que ha estudiado el microbioma intestinal y las enfermedades gastrointestinales, dijo que es "demasiado preliminar" para afirmar si los hallazgos podrían tener un impacto clínico. Las medidas utilizadas se limitan a identificar los microbios presentes, pero no lo que hacen.
"Es poco probable que estas medidas funcionen lo suficientemente bien para ser útiles para la evaluación del riesgo o la predicción de resultados clínicos. Dicho esto, se están produciendo avances en la tecnología en los que podrían desarrollarse las próximas generaciones de métricas y ser tan útiles como estratificadores y predictores de riesgo", comentó.
Ver patrones cambiantes asociados a determinados síntomas es "notable, porque indica que las alteraciones de la microbiota intestinal en el COVID-19 persistente son significativas", agregó.
Añadió que es importante saber si estos cambios son una causa del COVID-19 persistente de alguna manera o solo un efecto de él.
"Si es causal o contribuye ―esto tiene que demostrarse―, entonces la 'modulación de la microbiota' tendría sentido y podría ser una prioridad para el desarrollo. Si es simplemente un efecto, estas métricas y otras mejores que están por venir podrían ser útiles como predictores o medidas del estado de salud general del paciente", señaló.
Como se ha visto en la investigación de su grupo y en otras investigaciones, "la microbiota intestinal es muy sensible a los cambios en su ecosistema, que está influenciado por el estado de salud del paciente", concluyó.
Los doctores Ng, Haran y Chang han declarado no tener ningún conflicto de interés económico pertinente.
Este contenido fue originalmente publicado en MDEdge y adaptado para Medscape en español, parte de la Red Profesional de Medscape.